sábado, 26 de julio de 2008

HILVANAR PASOS

Extraño la brisa del desierto, la que viene cantando entre  niebla y arena
árbol de espino donde anidaba el sepulcro
mesa larga y vacía  habitada por  muertos solitarios
frágil tejado que trepaba para observar el paso de gentes y  bestias
que como bravos ríos  arrasaban mis vestidos
sombreando aire viciado y escombros de  guerra.

Evoco la tristeza de la lluvia que taladraba mis párpados
al perfume del barro
tarde que se desmorona quejándose de frío
y se pliega como telón de  mortaja en mis huesos
al sol que se descorre pariendo la penumbra
-se parece a mi madre pariendo otro hijo-
y a mí, con los días que se acumulan entre cruces
como ciclos amargos que oscilan hórridos.

Añoro el silencio que no viene
 inconsciencia que vendrá como peste a poseerme
calles vacías sin niños sobrevivientes de  disparos tribales,
a ella que hace volar mis alas
 y las esfuma en cáustico aliento resguardándome en duelo.

Arrojaron piedras  en mí,
tan profundo  han caído que  nunca volverán a ver al sol
a veces ella abre la ventana del féretro
 fija sus ojeras en mis ojos extintos;
mientras la muerte  columpia  mi ataúd
hasta que perezca el albor.




Tengo una manera callada de existir
solo un hálito de aire para respirar
para apenas prolongar
una manera silenciosa de hilvanar pasos
como no queriendo
animar el fuego atroz de este mundo
estoy en la esquina del ataúd
acariciando mi seco hueso
donde el tiempo en cada segundo carcome mi piel
sola apenas me siento
prefiero el mudo silencio a su voz
puede escuchar la hiena
y venir a reclamar mi alma
los buitres olerme
y habitar mi sien.

Quiero la noche más oscura
no tomare el pan que no merezco
ni besare tus labios pidiendo perdón por ello
puede al fin sucumbir el sol en su abismo
agonizar la noche en su eternidad
igual mi casa permanecerá como un panteón
sembrado de túmulos lúgubres
de difuntos sin nombre que nadie tiene ya el recuerdo
no tienen velas
ni oración maldita
ni corona roja en su día.

Mi cuerpo mismo es un cementerio
de muralla de piedra
lapidas de puta magdalena
los muertos se cobijan en mi
hay muchas tumbas subyacentes
que se escapan por mis dedos
en mi mirada
en una noche contigo
en que termínanos oliendo
a fétido mortuorio.















 












PRESENTACION EDITORIAL

Cuando en una colectividad se propagan el tedio de los automatismos y el desinterés general, hasta el punto de convertirse en señas habituales y en un factor más de desintegración, y, al mismo tiempo, se proscriben de forma cotidiana los valores más esenciales, el rescate de los mismos y su preservación empiezan a ser preocupaciones justas, fundamentales, y la función de humanizar se torna indispensable.


Apuntando en esta dirección, es claro que pocas actividades poseen el valor trascendental que representa el impulso a la cultura, en sus manifestaciones más heterogéneas. Y es notorio también que, entre esa diversidad, destaca con nitidez una de las más elevadas y de más cabales satisfacciones: la labor literaria, por su inmensa proyección sobre todos los ámbitos de la realidad, cimentando el espíritu de contemplación, análisis o crítica; por su capacidad de sensibilización y por contribuir tanto al acervo colectivo como al crecimiento individual.

Es por ese camino por donde marchan nuestros esfuerzos. Y es así que, tras la publicación del poemario multiautoral Morada Poética (2007), EDITORIAL VAGÓN AZUL se honra de presentar al público esta nueva obra: Bajo Cero, de Zoila Capristán, que reúne la poesía forjada durante años de trabajo, expresión de energía y pasión creativas. La integridad de estas páginas revela un auténtico compromiso con el quehacer literario, y las constituye en una edición de lectura imprescindible para quienes se complazcan ante todo ejemplo de sensibilidad bien formulada, y quien preste mirada atenta a la escena de la literatura en el Perú y las voces que van aflorando.

Nos enorgullece entregar al lector una producción bibliográfica de gran calidad, con la misma exigencia de celo y rigor con que fue escrita, y que con seguridad le será de valiosos fines. Este paso supone la consecución de los nobles propósitos arriba mencionados, convencidos del poder que tiene el libro y movidos, por ende, a la promoción y difusión del trabajo literario, un deber que resulta para nosotros tan imperioso como satisfactorio. Esperamos la amplia acogida del público, y hacerlo partícipe en esta gran empresa de devolver la expresión artística al lugar que le corresponde, desde donde relumbre tutelar y siempre flameante.

Richard Varela 

Editor


PROLOGO


“Aparten de mí este cáliz”

Bajo cero de Zoila Capristan no es solo la ópera prima de muestra el manejo diestro de la palabra por parte de una poeta ya cuajada, sino un gran aporte a la reciente poesía peruana escrita no solo por mujeres. Libro río, que se presta a varias lecturas: tumultuoso, poliédrico, incandescente como es la vida contemporánea. La poeta ha volcado las visiones de una realidad fragmentada, convulsionada y dramática, pero bajo este velo (que roza con lo absurdo kafkiano) ha plasmado una historia lírica, en donde palpita una voz soterrada (canto villano) que hace contrapunto con esa otra voz mayor (brechtiana). Es decir, hay dos tonos que obedecen a dos planos: el del mundo interior (representado por la tumba intemporal de la muerte o la memoria) y el exterior de lo contingente (el mundo apocalíptico de hoy, la convivencia entre guerras e injusticias).

El drama humano-vallejeano empieza con el nacimiento, nacimos en un mundo de viejas estructuras verticales de poder: “la renta/ el tributo/ la ofrenda/ son pedradas que de arriba caen“. Este pecado, nos dice, fue inventado por ese patriarcado que aun perdura, sobre todo en sociedades como la nuestra: “En el lado oscuro no existe Satán/ coexiste Eva masticando la manzana“. Por tanto, la voz de la mujer estigmatizada es subversión, es marginal, es peligrosa: “Sospecha que soy la puta de Caylloma“, nos dice ironizando a este reino de la hipocresía moral. Nuestra condición humana-demasiada-humana nos confronta cotidianamente a esos estamentos que nos coactan: “Señor Juez, declare la incompetencia de mi abogado/ diluya en la  hoguera  las llaves de la libertad“. El poder es caníbal, pero es un poder que solo oculta su fracaso, sustentado solo en la fuerza. La carencia de fundamentos, de credibilidad que legitime esa fuerza, hace que la víctima empiece a avistar un cambio: “Que no tenga conciencia que existe el Perú y todos hayan comido pan ese día“. Pero la injusticia es mundial: “Mi alma es una catacumba donde van a penar los muertos“, dice uno de los versos que abordan los estragos de la guerra (o destrucción) en el oriente de hoy. El triunfo de la deshumanización es la imagen que se propaga mediáticamente en un mundo llamado posmoderno: “celebran la muerte de un Cristo asesinado que yace junto a ellos“. Es en este mundo ya sin mitos, pero con las mismas guerras - guerras que ya no pueden ocultar su absurdo -, en que la poeta desenmascara las mentiras de una falsa épica.

“Soy una ladrona que su desliz esconde en el tálamo de un solitario hostal/ en mi perturbada fuga burlo a la muerte y no me halla“, como decíamos la voz poética conoce su precariedad y su talante insurrecto (“la muchacha mala de la historia”, denominaba María Emilia Cornejo). Su mirada evidencia lo que la mano del hombre trata de tapar: “Una niña fue violada en su cuna”, pero por miedo, vergüenza o machismo al desenlace fatídico de esa historia censurada se le califica como “muerte natural”. No hay muerte natural, nos dice ella, la muerte es una invención religiosa y política. Zoila Capristan utiliza el símbolo del ataúd para desacralizar la muerte y denunciar sus ocultamientos: “Me conmueves/ con tus ojos cargados de ataúd/ con tu muerte a pausas“. Por otro lado, la muerte es dual, puede ser, también, el lugar más seguro: “Allí las dos juntas/ Tal vez de espaldas/ En el sepulcro“.

Bajo cero es también un libro íntimo de íntimas voces: “Tengo una manera callada de existir/ un hálito de aire para respirar/ silenciosa manera de hilvanar pasos“. Aquí habita el padre: “Vigilante hostigo las pisadas de mi padre”. La madre: “Madre, perduro en la misma noche que me desterraste”. Y “Teresa que come  heces“, y Maya y Lola. La memoria, en donde habitan aquellos fantasmas, es una celda que la libera: “he experimentado el peregrino placer del infierno/ tras los barrotes”. Y es bajo ese cálido manto en donde puede surgir el amor: “amanecer un domingo con tu cuerpo enlazado al mío”. Su voz entonces se torna descarnada, aquí hemos llegado al fondo de su exilio subterráneo, bajo el silencio de una gélida paz. Su trayecto es un descenso órfico hacia las verdades más profundas.

El título del presente libro de poemas nos dice su significado sin decir, así como los poemas hablan desde su silencio-cero sobre aquello que está encima del corazón, que es lo vedado, lo callado por la dictadura del poder perpetuo que escribe la historia oficial de esta humanidad en peligro de extinción. “Expío mi conciencia con la médula blanca de mi bandera Peruana“, dice la poeta como pocas veces se ha visto en nuestra tradición. “¡Hombres silenciosos aparten de mí este cáliz!”, exclama, y esa voz es necesaria, urgente, en estos tiempos pacatos. ¿Para qué escribir poesía en tempos frívolos? Justamente para poner el dedo en la  llaga de este país al pie del orbe: “No ardo/ Hay frío/ No hay tiempo/ Solo orbita/ Todo es efímero”, escribe desde lo más revelador y hondo.

La poesía es esa mariposa que empuñará siempre la poeta. Vuelo, libertad, belleza, para un mundo que necesita de más poesía.

Miguel Ildefonso


RESEÑAS DE LIBRO BAJO CERO
Claves de lectura de Bajo Cero de Zoila Capristán

La certidumbre del poder de la muerte y la evidencia del amor
David Antonio Abanto Aragón


he decidido alisar los repliegues
de mi culpable alma
Carlos Germán Belli

“silenciosa manera de hilvanar pasos”

La poesía es un hecho social. La poesía es expresión artística de la contradictoria condición del ser humano: miserable en su grandeza, pero, a la misma vez, grande en su miseria. La lectura de Bajo cero de Zoila Capristán (Vagón azul editores, 2010) nos lo confirma con creces.

Bajo cero, el poemario de Zoila Capristán, nos presenta un concierto de voces en sus composiciones que nunca lo es tanto como cuando brota para expresar nuestra oscura animalidad en un tiempo de crisis de la vida pública que es también crisis de las conciencias.

La aventura creadora que revelan las composiciones de Capristán es una travesía terrena y humana. Es “un descenso órfico hacia las verdades profundas” señala Miguel Ildefonso en el prólogo del poemario, con mucho de temporada en el infierno, añadimos.

Infierno-caos identificable con el absurdo, en el que “el Génesis se trasmuta en Apocalipsis” (p.83) y del que quizá sea expresión el “Perú, país del absurdo” (p.48), estableciendo una relación amor-odio, con ese lugar de incomunicación (p.30), donde transita la muerte y que, en esa condición, es lugar que se añora relegar: “Que no tenga conciencia que existe el Perú” (p.32), pero cuyo símbolo manifiesta, en algún grado, la posibilidad del hallazgo del lugar para enmendar a la muerte: “expío mi conciencia con la médula blanca de mi bandera Peruana” (p.75).



“La luz se engendra en el abismo”

Las miradas poéticas de Bajo cero resultan auténticas al admitir su cuota de falsedad, y su canto se vuelve verdaderamente tal al desnudarse del componente cultista o estetizante.

La poesía de Capristán se inserta en una tradición que acoge la herencia romántica, se nutre de la poesía de creadores como Vallejo, Varela, Watanabe, Ollé e Ildefonso y sintoniza con la búsqueda de poetas como Alessandra Tenorio, Andrea Cabel y Denisse Vega Farfán.

Su arte sale a las calles, exalta instantes, momentos: el presente. Su urbe es nocturna y en ella sus luces iluminan, en sus vías como heridas de la existencia, la procesión de imágenes de prostitución, drogadicción, crimen, muerte, egoísmo y hastío. Su poesía es de oposiciones nítidas y contrastes brutales que se insertan en la búsqueda de otra belleza. Desafío que ha sorteado espléndidamente la poeta hurgando la nostalgia, el ensueño, el erotismo, la iluminación, etc. con intensidad subjetiva y una postura poética vigorosamente personal.



“la desolación de estar bajo cero”

El título del libro es como una síntesis, fuertemente expresiva, de la condición en la que se reconocen las composiciones. La expresión aparece en el poema homónimo que abre el libro: “Impregnada queda/ la desolación de estar bajo cero” (p.17), en el que la voz poética describe las obsesiones negras que reinarán en el libro (con fulgurantes momentos de entusiasmo y dicha) ante la sed de absoluto del ser humano.

Las composiciones del libro de Capristán expresan la angustia que engendra en el yo poético el poner en duda o cuestionar las creencias y las pautas imperantes de las personas con “pellejo encallecido” y “pies agrietados consumidos” y ojos cargados de ataúd (p.37) que viven por inercia, “en cotidiana nausea”, con una tristeza naciente que va “viviendo más” (p.45), un “denigrante panorama” con costumbres y ritos deshumanizadores, ajenos a la vida y el amor. Véase la contundencia de las imágenes de la cotidiana “vidamuerteeterna” (p.89) presentes en el poema “INERCIA” (pp.70-71).

Esta situación pone en evidencia el poder de la muerte en el mundo de hoy, un tercer rasgo fundamental de la condición humana, luego de la dualidad inarmónica y la confusión.



“la evidencia en mis manos”

La razón de esta circunstancia se desconoce, pero se expresa la posibilidad de explicaciones tentativas: “es castigo por osar existir / por acompasar el cortejo de la respiración” (p.18). El ser humano es arrojado a la hoguera de la vida (p.61), con el estigma del caos que cubre su existencia, vista como “un funesto accidente (p.73), incluso desde antes del nacimiento (p.27), lo que se expresa en un estado de ánimo que aparenta la tristeza y se concibe como “estado natural” del ser (p.30) y “la certeza de lo único certero/ la nada” (p.42).

Pero no todo está perdido. La salida de esta situación es, en primer lugar, una salida de sí mismo. La solución pasa por una recuperación del ser y del cuerpo. Consideremos que el camino hacia el presente pasa por el cuerpo en el “que quepa la libertad” (p.32), pero esta opción, en la poesía de Capristán, no debe confundirse con el hedonismo mecánico y promiscuo.

El cuerpo postergado ha sido y sigue siendo objeto de vejaciones ignominiosas con coartadas perfectas e “impunidad garantizada” (p.95). Esto con la complicidad aprobatoria de los prójimos (los “vecinos” que “asienten”) o la indiferencia cómplice de los espectadores, de los espejos proyectados (p.37), esos reflejos lejanos, esos “hombres convertidos en bestias a fuerza de sobrevivir” (p.49), de ese “verdugo asalariado” (pp. 30 y31) que legisla la existencia social de los NN del poema del mismo nombre (pp.49 y 50) que viven soñando con la muerte y, algún día, quizá, vivan soñando con la vida.

No podemos dejar de señalar que el presente es el momento en el que la muerte y la vida se funden. Por eso, se hace necesario enfatizar que, en medio de esa atmósfera del dolor, está el aliento de vida, la capacidad de amar del ser humano. Es este núcleo amoroso el que hallamos en Bajo cero en los instantes en los que las voces poéticas logran encontrar espacios donde la vida emerge distraída (“INADVIRTIENDO SEÑALES”, “UN DÍA DE CUALQUIER DICIEMBRE”, “A MAYA QUE NUNCA QUISO CRECER”, “CUERDAS EN AYACUCHO”, “LOS DOMINGOS UN AJÍ”) y se anhela al poeta y la poesía como entidades liberadoras: “¡ay!, quién pudiera descomponer el instante y hacerlo verso.” (p. 33).

La poesía es creación que cobija como “el aroma de flores silvestres” que cubren para que “el látigo no me alcance/ las espinas no penetren en mi frente”, es creación que acerca, hermana y une: “Voy a sellar con poesía nuestro camino para que no te alejes” (p. 51), es como ese canto a la flor de retama “sinfonía de amor/ semilla en los pueblos” (p.72).



“hurgar la razón del absurdo”

La escritura de Capristán expresa en los poemas de Bajo cero la sensibilidad de una poesía desde lo vivido, pero que ya trasciende la condición de ser poesía del sentimiento.

En el tránsito del tono tanático al tono afirmativo de la vida, un elemento desencadenante es el del amor erótico liberado de tabúes (“no aspires a santa”, “sé hembra cruel y salvaje/ libre y cultivada”, p.24, con “el talento de la puta de Caylloma”, p.22) en el que se vence la castidad y se goza sin temor, (p.44) y donde “la salivada Eva engarzada al macho” (p. 22) pueda ser también “flor, amante o puta”, lo que las manos del amante alfarero moldeen (p.44).

Otro elemento, vinculado al anterior, que no podemos dejar de señalar es el compromiso de la poeta frente al dolor y sufrimiento de otras personas. Y esto porque ella misma, movida por experiencias vitales de exclusión y rechazo, es ser que perdura “en la misma noche” (aquí noche puede ser entendida figurativamente como lobreguez vital permanente) de la “nefasta noche” en que nació (p.34) y en la que fue desterrada por su progenitora (“¡Mujer que pares y olvidas!”, p.52), a una vida cultivada en llanto (p.61) y que para no perecer hilvanó “espejismos que evocan el olor de su vientre” (p.61), razón por la que se designa a sí misma como “la que abomina a la que dice ser mi madre” (p.60), figura cuyos recuerdos regresan certeros “como pedradas en la frente” que las hace “concluir/ allí las dos juntas” (p.40).

Cuestión aparte merece su distanciamiento de los reinos ansiados por las religiones (con sus dioses percibidos como capaces de burlarse con “sorda carcajada”, p.34, pero incapaces de inventar vocablos que enuncien los versos de sus criaturas, p.59, que pierden “la esperanza y la guerra”, p.87 por lo que se cree más en las armonías de sus criaturas que en el mismo Creador: “creo en el Padre/ y más en las notas de ese piano” p.53 y cuyos rituales “celebran la muerte de un Cristo asesinado”, p.43) y las ideologías, causantes de conflictos que en su nombre han desatado descalabros de destrucción y terror (con insepultas caravanas de la muerte, p.68, para silenciar “el sonido de los huesos quebrantados”, p.69 y que mandan matar las voces y abatir los pensamientos y con insania rinden culto a la muerte, proscribiendo los recuerdos, p.75, con completa impunidad para firmar penas de muerte, p.76, y con “condenados que van desfilando al matader”, p.36) .



“Tengo guardado para ti un día sin tristeza”

Son estos elementos, entre otros, los que llevan a Capristán a condolerse del sufrimiento humano y la impulsan a hurgar “la razón del absurdo” (p.19) y a buscar con la poesía, en “este proceso de ocaso llamado vida” (p.41), la utopía del amor con la esperanza del “día sin tristeza” (p.77) en el que “la felicidad instalada en la sangre no se despeñe” y “en el universo no transite la muerte” (p. 23).

Por eso, la poesía de Capristán resulta extraña, como dice certeramente Pablo Macera en la contratapa del libro, a “esa lectura académica que rompe carne y músculos en su autopsia”. Es poesía que habría que leer, nos invita Macera, “con ojos, manos, cuerpo y almas disponibles y abiertos”.

Leamos Bajo cero como testimonio poético vital de la certidumbre del poder de la muerte, pero también como evidencia del hallazgo del amor en la existencia capaz de “hacer cantar esperanzas al mundo” (p.30).

Independencia, agosto de 2010


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Publicado en Revista: Literaria Remolinos # 44 Julio - Septiembre de 2010
PAOLO ASTORGA


Bajo Cero

Zoila Capristan

Vagon Editores, 2010

                                                        

“Impregnada queda / la desolación de estar bajo cero”, con estos primeros versos la poeta la poeta Zoila Capristan con su libro Bajo Cero (Vagón Editores, 2010) nos presenta sus heridas, sus soledades, su sed de amor frustrado bajo la noche donde apenas es nuestra la carne que se nos revela fría, inhóspita, duramente desolada, como los anhelos de volver a ser esa belleza que ahora es nostalgia de palabras profundas, términos cortantes que pronto se olvidarán en los suburbios, en esa urbe que nos arranca el corazón vivo y de a pocos como recordándonos nuestra levedad ante el tiempo:

Días infectados de lepra

pero ni los leprosos llaman

abran un poco del espacio

sólo una silla donde sentarme

un rincón donde dormir

un cajón donde cruzar los huesos

la renta

el tributo

la ofrenda

son pedradas que de arriba caen

lapidan

es castigo por osar existir

por acompasar el cortejo de la respiración.

Busco el bolsillo y quedo manca

el frío

el frío

el frío me cala

en el fondo no hay sitio

anudarse la garganta fuerte

muy fuerte.



En este intenso poemario, la poeta es la Hardcorde de un mundo que solo se puede contener en la tristeza de no ser más que simple mercadería y aún así sentirse orgullosa o aparentar orgullo. La poeta es la prostituta deseada, sin embargo con sus signos de erotismo por momentos desenfrenados, por momentos fríos, indiferentes, anhelantes, dubitativos, desesperados, ella se transparenta en espejo, en reflejo de nuestra incoherente esencia humana, mostrándonos como animales en celo, en ese acto amoroso que acrecienta la indiferencia de los cuerpos que se unen para aplacar (si es que se puede) esa ametrallante soledad que nos acribilla al saber muy pronto que nuestra carne la gozan con desenfado para después resistir el intenso vacío después del orgasmo, la identidad nueva que acaso lentamente nos dará asco, nos hará nuevamente un par de desconocidos:

Me nace el talento de la puta de Caylloma

en Lima hace frío pero la putería lo calienta todo

el lunar de mi pecho contabiliza los minutos que circulan como cuerdas

en la habitación de paredes de papel,

hay un hombre y otra mujer que gimen

buscamos un agujero donde filmar

a la salivada Eva engarzada al macho

Y sin dolo, como diría el juez

que se abanica con billetes coimeros en el Parque Universitario

terminamos sentados en la última banca de La Merced

agradécenos por volver a ondear los faroles de Quilca

de paso prometo ya no sentir cosquilleos en el capullo

-que presiono para amordazarlo-

“Padre nuestro que estas en mi cielo…”

El murmura “puta”

incrusto mi lengua en el orificio de su oído y le susurro “perro”

Mientras la virgen nos sonríe.



En estos poemas hay siempre un desesperado anhelo por retornar a un tiempo pasado, o por lo menos vencer a ese abismo que nos excita a cada instante. La poeta es presa del tiempo, de la frustración que comienza con el recuerdo, con la soledad del recuerdo y esa intensa y lasciva realidad que ahora nos atormenta, se funde en su piel como identidad perpetua, como tatuaje imborrable que siempre nos gritará su condena:

El tiempo se torna rancio

la piel es un trivial manto de madera

por dentro corroe la polilla,

el alma grávida hecha de remiendos y espejismos.

En este viaje por la nostalgia, se evoca a veces violentamente esos instantes donde el amor dominaba el aire, donde existía un nombre, una verdad pura que ahora solo son recuerdos y ansias de volver a ese universo que muy pronto dejó de ser nuestro para convertirse en nuestra cruz, nuestro verdugo, nuestra patria expatriada, la inmóvil remembranza hacia la muerte para acallar al furioso vacío que nos arde en la piel:


Ganas de romperme las piernas

astillarlas e incinerar mis huesos

arrojar las cenizas al pozo

donde se arrojan a los muertos sin verdugos culpables

y ya sin piernas obligarme a no ceder

a suicidar mi cuerpo.

Nostalgia de tu aliento volátil

besos que hoy saben a difunto

abrazos que envolvía como universo.

Evocación de la muerte que pronuncia mi nombre

y me atrae gravemente

y me desgrana en cada minuto

en cada partida.

Ansias de cantar a la una hermosa entonación

mirarla con frialdad a los ojos

que ella se espante

que no la temo.

Ganas de tomarla de la mano

caminar junto a ella

caer seducida

no voltear los ojos

partir y no volver a este proceso de ocaso llamada vida

de fugar y borrar toda huella prolongada en el camino

y ya sin nadie que me recuerde

ya sin memoria

tener la evidencia en mis manos

la certidumbre de los incorpóreo

la certeza de lo único certero

la nada.



Y por momento la poeta aunque en su desolado canto la frustración parezca vencedora, es la palabra hecha poesía, es la intensidad del sentir sobre el existir, lo que nos hace contemplar ese reino aún sin profanar que la infancia y sus recuerdos, su magia, su tórrida tristeza, su inmensa ternura que nos hace ver por un instante eterno, totalmente desnudos de todo dolor, de toda angustia, de todo remordimiento. Es acaso la infancia en estos poemas el lugar donde se desea llegar, el lugar donde es realmente donde debíamos librar esa batalla con el destino, para que toda esta tristeza que hoy se nos empoza como coágulo en el alma, se transparente por fin en luz, en paz, en una nueva oportunidad, a pesar de los desmanes, como en el poema A Maya, que nunca quiso crecer:

Maya, tú que sólo te conciertas de infancia

espérame con tus juegos de inocencia

vamos de nuevo a sentarnos a la mesa

donde el cariño se sitúa en la cabecera

donde Lucho remienda vestidos trajinados de pasiones

y Lola entre leño y leño atiza versos que amortiguan las penas.


Y al final, siempre al final, la poeta nos termina con una imagen desgarradora y a la vez mágica. Ella poeta entre los suburbios, poeta que escribe armada hasta los dientes de palabras en flor, nos describe ese hedor de mundo en decadencia, esa inmensa incomunicación que ya ha perdido toda razón de ser. Es siempre al final donde la poeta nos muestra lo podrida de nuestra sociedad, la miseria de ser por primera vez esa carne en la que nosotros sin saberlo algún día seremos:


Después lanzarla al barranco

a ver si el hambre la convierte en puta

si otros al verla famélica

la siguen gangrenando

desfigurarán su trémula cara

desbarandarán los versos de su padre

y un día la encontraremos en una esquina

entre enjambre de ratas

con falda corta empuñando una mariposa.


Bajo cero de Zoila Capristán es sin duda un libro de libertad creadora, un reencuentro con el monstruo del pasado, la belleza imperecedera, el amor desenfrenado, la duda de saber si lo que existe en nosotros es ansiedad de ser felices o quizá solo una tremenda batalla por no quedar enterrada entre los escombros del mundo que nos traga lentamente.

PAOLO ASTORGA

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4 comentarios:

PERCY dijo...

hola Zoila felcitaciones buen trabajo con la palabra te cuento que mi familia es Capristán soy del norte de PAIJAN no se si tienes familia por alla o talvez Trujillo, San Pedro o Pacasmayo, séría bacán armar una movida por esos lares pues me interesa llevar la movida cultural por mi tierra puede ser el próximo año motivando a la juventud a que escriba y vea otras posibildiades de expresión auténtica .....

Espero tu respuesta

Vivo y trabajo en Arequipa, spy profesor de Ciencias Sociales , estudie en Universidad Ncional de Trujillo, que sigas escribiendo e impregnando de un matiz la nueva poesía de los jóvenes.

Saludos sinceros,

Percy Figari Bustamante
paijan@walla.com

Anónimo dijo...

Admirada Zoila, ya las letras en tu pluma comparsa hacen ecos almidonados donde ruge el placer, ya ni pluma calla, debo deslizarte un aullido de admiración estridente, todo es lúdico y tétrico, como los peruanos de a pie, EN ESTAS LÍNEAS COMO ENTENDERÁS PUEDE EXPRESARTE MI ADMIRACIÓN Y EL PLACER DE LEERTE.

Saludos

Francisco
franciscomorocho@hotmail.com

Anónimo dijo...

Admirada Zoila, ya las letras en tu pluma comparsa hacen ecos almidonados donde ruge el placer, ya ni pluma calla, debo deslizarte un aullido de admiración estridente, todo es lúdico y tétrico, como los peruanos de a pie, EN ESTAS LÍNEAS COMO ENTENDERÁS PUEDE EXPRESARTE MI ADMIRACIÓN Y EL PLACER DE LEERTE.

Saludos

Francisco
franciscomorocho@hotmail.com

c. Manuel Salvador Cama Sotelo dijo...

Hola c. Zoila: Me dá gusto que peruanas como tú tengan el talento que exhibes en tus hermosos y vigorosos poemas. A partir de la lectura de tu poesía,puedo su poner que eres no sólo la pensadora, intelectual, sino también eres la mujer con el carácter de lideresa. Ojalá pudiese conocerte para expresarte directamente mi admiración a tu trabajo y a tu persona.
Quiero compartir contigo y con todos los poetas y poetisas del Partido de Haya que una compañera muy admirada también ha logrado ser finalista en el concurso internacional "Premio Copé Internacional", organizado por Petroperú. El nombre de la poetisa es: VERÓNICA CUCHILLO PAULO, sanmarquina y residente del distrito de San Martín de Porres. Te enviaré a tu correo la respectiva nota de prensa.